Al elegir un test visual, no hay que emplear símbolos que el niño tal vez no reconozca ya que se trata de analizar la visión y no sus conocimientos de lectura.
Se pueden aplicar los siguientes procedimientos, además de los de tipo estándar o en su reemplazo, cuando no se disponga de ellos.
Objetos en movimiento. Situar chicos con remeras de diversos colores a una distancia uno de otro a lo largo de un trayecto a la derecha del niño cuya vista se desea medir. Luego conducir un auto de derecha a izquierda a 16 km por hora y preguntarle en qué punto, sobre la base de las remeras de colores, puede ver un auto. Aumente la velocidad y tome las medidas del caso. Se podrá sacar la conclusión de que “El niño puede ver un objeto que se mueve a “x” km por hora a una distancia de “y” metros”. Luego, repita la experiencia de izquierda a derecha con un auto de distinto color.
Visión de cerca. La medida más importante es la de la visión de cerca, porque influye en la mayoría de las destrezas en el aula. Conviene que el niño determine la distancia necesaria entre él y la pantalla de visualización. Se la mide luego con un centímetro de tela o de soga/cuerda .
Idealmente, el test debería hacerse sobre un ordenador personal o una tableta, en los que se puede cambiar y medir el tamaño de la letra o de los objetos.
Si se emplea un televisor, hay que preguntar al niño acerca de los diversos tamaños de objetos que se ven en la pantalla.
En todos los casos, el resultado debería ser: “El niño ve objetos de tamaño “x” a una distancia “y”.
Si el niño muestra movimientos exagerados de la cabeza y el cuello, es probable que esto indique un campo visual estrecho; en muchos países un campo visual de 10º o menos, se considera ceguera.
Nunca se tiene que confundir un test visual con uno de memoria. No hay que emplear dos veces el mismo conjunto de objetos.
Es necesario ser todo lo objetivo posible, pero se debe tener en cuenta que este tipo de pruebas precede las mediciones clínicas.